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Líbano,

un pequeño pedazo de tierra,

encajado entre el mar y el infierno

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Líbano,

Este país del que todos queremos irnos,

el que siempre amaremos y odiaremos,

al que siempre volveremos,

por el que lucharemos,

al que pertenecemos.

 

Para algunos es el país más hermoso, para otros es una prisión al aire libre, un pequeño pedazo de tierra encajado entre el mar y el infierno.

 

   La gente a menudo me pregunta qué vine a hacer en este país del que todos quieren irse, yo que podría estar en otro lugar, yo que podría vivir en Francia, yo que he visitado más de 40 países en mi vida por todo el mundo, a menudo me preguntan qué me retiene aquí, en este pequeño pedazo de tierra encajado entre el mar y el infierno.

 

   Es verdad, ¿por qué quedarse aquí? ¿Por qué quedarse en este país donde se corta la luz 12 horas al día? ¿Por qué quedarse en este país donde la mitad de la gente vive por debajo de la línea de pobreza? ¿Por qué quedarse en un país donde las carreteras inundan cuando llueve y donde el agua potable no fonciona? ¿Por qué quedarse en un país donde a los gobernantes no les importan los que allí viven, que dejan que una bomba destruya la mitad de la capital? ¿Por qué quedarse en un país que día a día se hunde un poco más en el caos, donde hace dos días un hombre se quemó vivo en la calle porque el deseo de morir era más fuerte para él que las ganas de vivir mal? ¿Porqué quedarme aquí cuando podría estar en otro lugar? ¿Porqué quedarme en este pequeño pedazo de tierra encajado entre el mar y el infierno?

 

   Me viene a la mente una frase cuando me hacen la pregunta : « Los hombres libres pueden irse, y aveces se quedan. Quizás esa es la mejor prueba de amor, tomar la libertad de quedarnos cuando podriamos irnos. » Porque es de amor que se trata, no solo por un país, sino también y sobre todo por un pueblo. Un pueblo fuerte pero un pueblo herido, un pueblo hermoso pero un pueblo triste, un pueblo orgulloso pero un pueblo de rodillas. Un pueblo que luchará hasta el final por su libertad, por su vecino, un pueblo que ninguna bomba jamás silenciará. Un pueblo que vive, rodillas en el suelo pero el puño levantado, en un pequeño pedazo de tierra encajado entre el mar y el infierno.

 

   Solo necesitas haber estado en Beirut aunque sea una vez para entender lo que me detiene aquí. Solo necesitas haber visto estas majestuosas montañas coronadas por un manto de nieve hundirse en el mar para entender. Solo necesitas caminar por una de sus calles y oler un buen manouche para entender. Solo tienes que escuchar el suave sonido de los dados contra la madera barnizada para entender. Solo tienes que pasear por esta orilla del mar, oler este dulce olor a narguile mientras observas a los pescadores con los pies en el agua para entender. Solo hay que escuchar al vendedor de cafe en la calle golpeando sus tazas de porcelana en la mano para entender. Solo necesitas despierte en la mañana con la canción del muecín y que tu día sea rÍtmico por el sonido de las campanas de una iglesia para entender. Solo necesitas haber probado un buen tabule aunque sea una vez o haber salido aunque sea una noche a una calle de Gemayze para entender. Solo necesitas haber encontrado con los ojos y las sonrisas de estas personas y haber escuchado siquiera una vez un lindo "Ahlan wsahlan" para entender.

 

   Porque a pesar de todo, en este pequeño pedazo de tierra encajado entre el mar y el infierno hay un pequeño país, un paraíso perdido que se llama Líbano y este país es mío. Un país hermoso y triste al mismo tiempo. Puedes dejarlo, pero Líbano nunca te dejará.

Florient Zwein | Fotógrafo | Paris - Francia | +33630111188 | florient.zwein@hotmail.fr | 2020

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